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Gastronomía con historia

Daniel pertenece a una familia que se ha dedicado desde siempre a la hostelería. Suyos fueron los famosos Olimpia, que iniciaron a los jóvenes leoneses de generaciones pasadas en las delicias de la cocina rápida. Pero con el correr del tiempo las cosas han ido cambiando. Ahora Daniel, junto a su esposa Loli, ofrece una particular versión de la cocina tradicional desde su cuidado restaurante.

Lo primero que sorprende de este original espacio, es su magnífica decoración. De la Red, un joven pero ya ilustre pintor facundino que acabará por convertirse en el artista más característico del barrio, recordemos sus magníficas obras en La Esponja, se ha encargado de poner color, mucho color, en las paredes del restaurante.

La calle del Cid es paso obligado para los muchos visitantes que cada día encaminan sus pasos hacia la joya románica de San Isidoro. «Y algunos —dice Daniel— se quedan a comer en nuestra casa. No en vano llevamos bastantes años haciendo nuestro trabajo con todo el cariño del mundo. Eso supone que cuando vuelven a su tierra y hablan con otra gente que va a visitar León, les recomienden nuestra casa. La otra parte de nuestra clientela es fija desde hace mucho tiempo, tenemos auténticos adeptos a nuestra cocina».

Loli no deja que nadie toque sus fogones, tiene auténtica vocación por la cocina. «Para mí es una satisfacción pasarme la mayor parte del día ante mis cazuelas y sartenes. Por si no fuera bastante con preparar los platos de cada día, cuando tengo un momento libre lo dedico a crear postres, estoy orgullosa de que todos los postres que servimos estén hechos por mí. Y por lo que me dicen… gustan mucho».

En Casa Daniel nos encontramos con una larguísima relación de entrantes: setas a la plancha o al queso de Valdeón, pimientos del piquillo rellenos de marisco, pastel de puerros al queso de Valdeón, pastel de centollo, morcilla de León con manzana, mejillones de la casa, arroz negro con gambas y sepia, codillo de cerdo al horno, puerros con queso y cecina o vieira de Santiago rellena. Y esto tiene una explicación, nos dice Daniel: «Cada vez hay más gente que prefiere hacer una comida o, sobre todo una cena, picando de muchas cosas, compartiendo diferentes platos. Nosotros ofrecemos también la posibilidad por la noche de que si unos amigos se quieren tomar una botella de vino acompañada de una o dos raciones, puedan hacerlo. Aquí estarán muy tranquilos y no les saldrá más caro que recorriendo bares».

En pescados ofrecen soufflé de lenguado relleno de marisco con queso de cabra, merluza con gulas y gambas, bacalao a la plancha o a la riojana y un exquisito gallo con salsa de avellanas.

En el apartado de carnes destacaremos su solomillo de ternera con foie, el entrecot de ternera al queso de Valdeón, el confit de pato con manzana, las chuletillas de lechazo, auténticas de lechazo, de tamaño mínimo y delicado sabor y, especialmente, sus carrilleras de Ibérico al Prieto Picudo.

Ya hemos dicho que la ‘culpable’ de los postres es Loli, en este apartado les recomendamos especialmente su tarta de tres chocolates, pero también la tarta de queso de cabra con melocotón, la tarta de naranja, el arroz con leche, el flan con leche condensada y el estupendo tiramisú de la casa.

Su menú del día tiene una espléndida relación calidad-precio, cuesta 14,00, pero ofrece siempre una selección de los mejores platos de la carta. Puede elegirse entre cuatro primeros, cuatro segundos, y los correspondientes postres, además de pan y bebida.

Resumiendo, un espacio agradable, buena cocina y una enorme cordialidad.

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